El año de Dracula
Título original: Anno Drácula (1992)
Autor: Kim Newman.
Edita: Timun Mas, 1999
¿Por qué Drácula repentinamente decidió irse a Inglaterra en la novela de Bram Stoker, cuando quedándose en su tierra natal no le hubiera pasado nada? ¿Qué plan tenía? ¿Y qué hubiera pasado si Van Helsing y su grupo no lo hubieran detenido?
Esas respuestas las de Kim Newman en esta novela. ¿Cuál es el plan del conde transilvano? Vampirizar a la reina Victoria y convertirse en el Príncipe Consorte de Inglaterra. ¿Qué pasaría si consiguiera concretar su plan? El imperio más poderoso del mundo reconoce repentinamente la existencia de los vampiros, que adquieren una nueva, pública y no siempre armoniosa coexistencia con los humanos, bajo el gobierno de un tipo cuya anterior experiencia de gobierno se caracterizó fundamentalmente por empalar opositores… algo que no le cae muy bien a mucha gente, tanto humanos como vampiros.
En ese ambiente donde las cosas están a punto de explotar, un asesino comienza a hacerse notar en el barrio de Whitechapel. Un asesino de prostitutas vampiro que disfruta de una venganza personal contra los chupasangre.
Para enfrentar la situación, el jefe del Diógenes Club (la informal “agencia de inteligencia” del Imperio en esos años), Mycroft Colmes, solicita a uno de sus miembros, Charles Beauregard, investigar el caso. Junto a Geneviève Dieudonné, una antigua vampiro que intenta paliar los desastrosos cambios que la creación descontrolada de nuevos vampiros están trayendo para todos, comienzan a desvelar una trama que conecta a Jack el Destripador con los antiguos miembros del grupo de Van Helsing.
Una de las cosas más entretenidas de esta novela es como Newman crea ese universo victoriano paralelo, donde se cruzan personajes de ficción de obras clásicas de la época como “Drácula”, las historias de Sherlock Holmes, “El vampiro” de Polidori (su protagonista, lord Ruthven, es aquí un vampiro político, sinuoso y manipulador), las novelas de Fu Manchú, etc., junto a personajes reales (Jack el Destripador, William Morris, Darwin, etc) conformando un tapiz donde muchas veces el chiste es pillar la referencia.
Otro de los puntos interesantes es ver la relación entre John Steed y Emma Peel… perdón, entre Charles Beauregard (tan formal, comedido y educado) y Miss Dieudonné (tan despreocupada de formalismo como lo puede ser alguien que viene sobreviviendo desde hace siglos a las persecuciones y general estupidez humana) para ver como van construyendo una relación entre ambos. Vamos, lo que nunca pudimos ver en la serie del 60.
Finalmente, es interesante ver como Drácula es , al igual que en la novela original, más una presencia que abarca toda la historia como un virus maligno que un personaje que actúa directamente en ella –excepto al final-. Una especie de demoníaco corruptor de todo, que hace que todo vaya para peor.
Reconozcamos que, si uno no es entusiasta de ese juego referencial literario (no por nada Newman reconoce su deuda con el Tarzan Alive! De P.J. Farmer), se pueden ahorrar la lectura del libro. En sí , hay obras que exploran de maneras mucho más originales a los vampiros o los crímenes de Jack el Destripador.
En un sentido, “Anno drácula” es básicamente una buena ficción, que entretiene más por la referencia a otras obras literarias que por el argumento en sí. Kim Newman no es el primer ni el último autor que juega este juego y, si al lector le gusta este tipo de obras (mi caso), se va a hallar con un universo alternativo muy entretenido. Pero el relato en sí, despojado de sus referencias, no es nada del otro mundo. Pienso seguir leyendo los relatos del señor Newman, pero solo porque me gusta le juego que propone. Están avisados…
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